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Barreras para la lectura de la Biblia

Una pregunta que usualmente me he hecho en cuanto a la crisis de acercarse a la Biblia es ¿Por qué sucede esto?

La respuesta a esa pregunta es compleja. Creo que hay varias razones de «superficie» que la gente utiliza cuando se le pregunta porqué no lee la Biblia. Este tipo de preguntas viene a mi mente cuando analizo porqué la gente no leyó la Biblia ayer, ni planea leerla mañana.

También creo que hay razones que fluyen en lo profundo que definen porqué se ha desvalorizado a la Biblia y a la Iglesia y que van en desmedro de la lectura de la Biblia. Hay un creciente escepticismo posmoderno que no considera a la Biblia como un libro de autoridad y que se manifiesta en una completa falta de anhelo por su lectura.

En la superficie se nos muestran los síntomas, pero como siempre, los síntomas no son más que el reflejo de lo que pasa en lo profundo. Ya hablaremos de estos problemas de raíz.

Ahora hablemos de los problemas que surgen en la superficie.

La Sociedad Bíblica de Nueva Zelanda, recientemente llevó adelante una investigación para averiguar porqué los neozelandeses no leen la Biblia, que produjo algunos resultados interesantes. Claramente, hay ciertas barreras compartidas por la mayoría:

  1. Estoy demasiado ocupado o no tengo tiempo (32 %)
  2. Estoy cansado
  3. No tengo ganas de leerla
  4. Falta de motivación y disciplina para hacerlo (27 %)
  5. No me interesa (13 %)
  6. Tengo otras distracciones (41 %)
  7. No la entiendo (13 %)
  8. Me olvido de hacerlo (19 %)

Cada encuestado podía optar por varias respuestas de las provistas por el encuestador.

Recientemente, también encuestaron a aquellos que venían a tomar parte del «Desafío E100»(www.e100challenge.com/pages) que consiste en la lectura de 100 pasajes bíblicos cuidadosamente seleccionados, 50 del AT y 50 del NT, que constan de cinco o seis versículos cada uno y que dan un buen panorama de la historia bíblica. Las respuestas mostraron los siguientes patrones:

  1. Estoy demasiado ocupado o no tengo tiempo (60 %)
  2. Cansancio (19%)
  3. No tengo ganas y falta de motivación (25 %)
  4. Otras distracciones (4%)
  5. No la entiendo (10%)

Si bien hay que tener en cuenta que estos resultados consideran una audiencia especial (estaban interesados en formar parte del «Desafío E100») son por demás interesantes pues las respuestas eran lo primero que les venía a la mente, pues en este caso no había opciones sino que los encuestados debían desarrollar su respuesta.

Hay una respuesta que nadie dio entre los participante del «Desafío E100» pero que sí dio el 30 % de los encuestados anteriormente. Es la respuesta que, de alguna manera, resume todas las otras respuestas –demasiado ocupado, cansado, falta de motivación y disciplina, otras distracciones, etc.
En realidad esta es la raíz del problema y las respuestas anteriores solo fueron los síntomas: Leer la Biblia no es una prioridad en mi vida. Nosotros nos hacemos tiempo en nuestra vida para las cosas que consideramos importantes. Claramente, para la mayoría de los cristianos, leer la Biblia no es una prioridad. Al menos 30 % de los cristianos encuestados fueron honestos al respecto.

Entonces, para comenzar a comprender las razones de la falta de lectura, debemos preguntarnos: ¿Por qué leer la Biblia no es una prioridad en nuestra vida? ¿Cuándo fue que leer la Biblia se deslizó de los primeros lugares que tenía a principios del siglo XX al 27º lugar de la lista de nuestras prioridades?

En general, leer la Biblia ya no es visto como una parte importante en la vida espiritual. ¿Qué sucedería si otra cosa toma su lugar?

Tradicionalmente, los cristianos hemos aceptado a la Biblia como la Palabra escrita de Dios y el fundamento de la Iglesia y de nuestra fe. Pero la importancia de la Biblia en el mundo, para muchas comunidades cristianas posmodernas, ha disminuido hasta el punto donde se la ve como un subproducto de la Iglesia y un recurso «opcional» para desarrollar una relación con Dios.

Fuera de la Iglesia, la Biblia ha perdido su importancia e influencia como un documento respetado y autoritativo de la fe y la historia y ha sido marginalizada por una creciente sociedad poscristiana, o aún peor, se la ve como que aporta una cosmovisión fundamentalista y peligrosa.

Estos son los desafíos que enfrentamos aquellos que buscamos motivar a las comunidades cristianas de las culturas contemporáneas a que vuelvan a las Escrituras pues de ellas mana la vida, y convencerlos de que la Biblia habla con autoridad y significancia a todas las culturas a lo largo de la historia. Lejos de ser un libro anticuado, la Biblia es el único camino para repensar nuestra sociedad y convertirla en una sociedad más justa.

Los cristianos que estamos comprometidos con la Biblia debemos tomar un rol proactivo para comunicar la verdad bíblica, de tal manera que la sociedad que nos rodea pueda ver en ella más que un libro de historia y convertirla en un camino de sabiduría y guía espiritual.

©Sociedades Bíblicas Unidas