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Aprende sobre la revisión Reina Valera 1960

Investigación sobre la necesidad de una revisión

Una investigación de campo sobre el sentir de los evangélicos en América Latina y España pronto reveló que había una opinión general de que se debía hacer algo para modernizar el texto de la Reina-Valera. Cuando se preguntó a grupos de personas si estaban a favor de una revisión, la reacción casi inmediata fue que varios participantes señalaron pasajes tras pasajes que eran oscuros o arcaicos en su forma. Asimismo, casi todos indicaron su profundo amor por el texto y el hecho de que no estaban dispuestos a perder “el sabor de la época”. Las sugerencias de cambios se agruparon en cuatro categorías:

1) ortografía, especialmente la eliminación de acentos obsoletos y la simplificación de la escritura de los nombres propios;
2) términos desconocidos o que pudieran ser mal interpretados, de los cuales había en abundancia debido a los cambios radicales en el español al correr de los años;
3) una construcción gramática poco elegante, que confundía al lector y dificultaba la lectura de las Escrituras en público;
4) una exégesis inadecuada de ciertos pasajes, especialmente los que no eran coherentes con otras verdades bíblicas o que obviamente eran contradictorios a las traducciones en las Biblias de otros idiomas europeos, por ejemplo, portugués, francés o inglés.

Algunas dificultades

Parte de la dificultad para decidir el tipo y la cantidad de cambios que se deberían hacer para servir y satisfacer a la comunidad bíblica, era el hecho de que a pesar de hacer un número limitado de cambios, la comunidad evangélica de habla hispana en América Latina es bastante conservadora en cuanto a la interpretación y el uso de la Biblia. El deseo preponderante de las iglesias en general era que se mantenga en lo posible la forma y el significado de la Reina-Valera.

En el otro extremo, los profesores de seminarios y muchos institutos bíblicos solicitaban a las Sociedades Bíblicas que se considerara una revisión radical de la Biblia, que la pondría completamente al día, no sólo en las formas ortográficas y gramaticales, sino también en los aspectos textuales y exegéticos.

Por lo tanto, nuestro problema básico al tratar de evaluar los juicios emitidos del texto de la Reina-Valera, era tener opiniones concretas cualitativas y cuantitativas de los cambios que se debían hacer y la cantidad de los mismos.

Para lograrlo recortamos páginas de las Biblias impresas y las pegamos en hojas más grandes con cinta adhesiva arriba y abajo. Luego en diferentes grupos de iglesias se discutió sobre una posible revisión y se distribuyó la mayor cantidad posible de estas hojas a todas las personas dispuestas a recibirlas. Estas personas debían revisar los pasajes en cuestión y escribir en el margen los cambios que les parecía que se debía hacer. Se les dijo que no necesitaban indicar la solución a un problema sino que simplemente pusieran un signo de interrogación junto a cierto pasaje o expresión que no estuviera claro y que probablemente debía cambiarse.

Sinceramente, fue sorprendente ver la cantidad de personas que aceptaron esas hojas y cuántas de ellas, de todos los niveles, desde pastores hasta laicos que apenas sabían leer, estuvieron dispuestas a cooperar. No obstante, no esperábamos recibir de vuelta muchas de las hojas, porque como sucede en muchos de estos experimentos, muchas personas se ofrecen para cooperar pero cuando se trata de cumplir “el espíritu está dispuesto pero la carne es débil”. Sin embargo, en este caso, fuimos inundados de material, recibiendo más de 1.700 páginas. La mayoría de éstas estaban marcadas, pero en muchos casos se recibieron largas listas de sugerencias para hacer cambios, de las personas que les resultaba costoso enviar las hojas originales por separado a la Sociedad Bíblica.

Ventajas del método

Estas hojas de prueba tenían varias ventajas importantes:
1) sirvieron para convencer a las personas que la revisión que se estaba llevando a cabo reflejaba lo que ellas deseaban que se hiciera (y esto era cierto);
2) la cantidad de respuestas y el número de cambios eran prueba muy clara de la necesidad de una revisión; y
3) el comité pudo usar estos comentarios como una valiosa evidencia de la clase de revisión que el pueblo deseaba. Un estudio minucioso de los cambios sugeridos confirmó, sin lugar a dudas, que existía el deseo de una revisión; pero fue muy interesante notar que a la mayoría no le interesaban los cambios del texto o de la exégesis. De hecho, lo que claramente se indicaba era el deseo de una revisión que pusiera al día el idioma, pero que en lo posible no se modificara el significado de la Biblia.

¿Dar lo que la gente necesita o lo que desea?

Las Sociedades Bíblicas tenían que decidir si le daban al pueblo lo que necesitaba pero que probablemente no aceptaría (una revisión completa de la Reina-Valera), o si les proveía lo que obviamente deseaban, una leve revisión de las formas ortográficas, gramaticales y léxicas.

En la historia de las revisiones de la Biblia hay muchos ejemplos de revisiones que aparentemente se adelantaron a su tiempo, ya que lograr que las personas acepten ciertas modificaciones de la Biblia toma un largo proceso de educación. No se puede obligar a las personas a recibir lo que creemos que necesitan. Se les debe ayudar a darse cuenta de que lo necesitan. En consecuencia, parecía ser más prudente planificar una revisión limitada, más o menos de acuerdo a lo que deseaba el público, y luego más tarde preparar un texto de la Biblia en español totalmente nuevo que supliera las necesidades de los estudiantes seminaristas y laicos de mayor nivel académico.

Los pastores de las iglesias evangélicas en América Latina estuvieron conscientes de la necesidad de una revisión más profunda o de una nueva traducción; pero también reconocieron el problema de las congregaciones muy tradicionalistas que necesitaban ayuda para comprender las dificultades. Por lo tanto, estos pastores convinieron en apoyar al cien por ciento la revisión limitada de la Reina-Valera, teniendo en cuenta que cuando se terminara esta revisión las Sociedades Bíblicas comenzarían una revisión más profunda o harían una nueva traducción.

Es así como en 1960, las Sociedades Bíblicas Unidas comenzaron una nueva revisión de la Biblia en español, que debía publicarse dentro de los siguientes cinco o seis años.

Principios de la revisión

A fin de llevar a cabo un trabajo coherente dentro de los aspectos bien definidos de la revisión, como obviamente lo requerían las iglesias, era de suma importancia que el comité preparara una serie de principios detallados que sirvan de guía para el programa. Esto se hizo al comienzo mediante:
1) un cuidadoso estudio de las numerosas sugerencias enviadas antes que se iniciara el programa;
2) detallando las implicaciones de dichos principios en ciertos pasajes; y
3) amplificando los principios, dando más ejemplos de pasajes bíblicos y estudiando las implicaciones sobre todo el trabajo de traducción, incluso ortografía, gramática, exégesis y formato (por ejemplo, párrafos y sangría poética de pasajes citados).

¿Cuáles eran los límites de la revisión?

Los principios incluían declaraciones bien definidas con respecto a los límites de la revisión, que primordialmente debía ser formal y no exegética. No obstante, no es fácil seguir esta clase de principios, porque no siempre es fácil decidir exactamente cuándo un término es realmente obsoleto y cuándo es exegéticamente malinterpretado. No obstante, con sorprendente coherencia, el comité se abstuvo de hacer cambios exegéticos importantes.

Sin embargo, en algunos casos, donde es preferible tener un texto crítico que el tradicional Textus Receptus, el comité hizo leves cambios, particularmente si dichos cambios eran en versículos no muy conocidos donde no sería muy molesto para la comunidad bíblica. En varios casos ciertas modificaciones en exégesis y texto fueron presentadas a través del texto previo al de 1909 de la Reina-Valera, pues se halló que en muchos casos la forma de la Reina-Valera que circuló antes de 1909 era muy superior a la revisión de 1909, que aparentemente se había hecho sin prestar mucha atención a la coherencia y sin minucioso escrutinio de ayudas exegéticas valiosas.

Corrección del texto

El trabajo editorial puede ser descrito en las siguientes fases:

1. Cambios ortográficos coherentes. Esto incluyó:
a) la escritura de los nombres propios, aunque el comité autorizó únicamente la simplificación de la forma de escritura en la Reina-Valera, no la corrección de la transcripción de los términos griegos y hebreos;
b) puntuación de acuerdo al uso contemporáneo (refiriendo al comité todos los cambios que tuvieran que ver con modificaciones en la interpretación); y
c) el uso de acentos según la reciente adopción de la Real Academia Española.

2. Uso coherente de términos. No se trató de producir una traducción estrictamente “concordante”, ya sea en el uso de palabras o en pasajes paralelos. En primer lugar, la versión de 1909 estaba lejos de ser coherente en tales aspectos, y tratar de poner a punto todo el texto hubiera sobrepasado en gran manera los principios establecidos para esta versión limitada.
Por otro lado, el comité no quería cambiar una palabra en un pasaje paralelo sin hacer un cambio similar en el pasaje correspondiente, si las palabras en cuestión tenían la misma dificultad básica de comprensión. En otras palabras, el comité no quería añadir más dificultad al “problema sinóptico” causando aun mayor incoherencia; pero al mismo tiempo había el sentir de que el comité debía tratar de “adaptar” los pasajes para justificar una mayor coherencia con los textos del griego o el hebreo. En el caso de las citas del Antiguo Testamento dadas en el Nuevo Testamento, el comité también deseaba ser coherente pero no al extremo de introducir conformidad artificial.

3. Coherencia en la aplicación de principios. El secretario comprobó que en varios casos menores el comité había aplicado los principios en la mayoría de los mismos; pero no lo había hecho en otras circunstancias similares. Estos problemas fueron presentados al subcomité para que tomara acción. Resulta que los impresores que primeramente prepararon el texto de esta revisión de la Reina-Valera no tomaron en consideración la necesidad de los espacios adecuados entre las palabras (el idioma español requiere de más espacio entre las palabras que el inglés, porque la estructura de las sílabas puede ser causa de mucho malentendido si el espacio no es suficiente entre las palabras). Esto significaba que toda la Biblia tenía que ser trabajada de nuevo.

Este hecho tuvo una ventaja, ya que la primera composición tipográfica del texto fue leída por cinco correctores que hallaron varios detalles que pudieron ser corregidos en la segunda composición tipográfica. Esta circunstancia dio lugar a un “comité de lectura”; cuya atención iba dirigida, a aspectos prácticos de coherencia y no a aspectos exegéticos o de mejoras estilísticas.